El Síndrome de Rubinstein-Taibi (SRT) emerge como un desafío poco común y misterioso en el mundo de la genética. Esta enfermedad, ocasionada mayormente por una mutación en los genes CBP y EP300, ha sido apodada como el “Síndrome de los Pulgares Anchos” debido a una peculiaridad distintiva. Afectando a aproximadamente uno de cada 150.000 nacimientos, el SRT no discrimina entre hombres y mujeres, extendiéndose más allá de las barreras étnicas.
Este trastorno genético se manifiesta a través de una variedad de síntomas, cada uno dejando una huella única en quienes lo padecen. Desde microcefalia hasta malformaciones dentales, el SRT se hace visible en rasgos faciales y físicos característicos, como los primeros dedos de las manos y los pies, que adquieren una apariencia amplia y angular. Las cejas arqueadas, el puente nasal ancho y una nariz puntiaguda también se encuentran entre las señales distintivas. Además, los afectados pueden enfrentar desafíos adicionales como glaucoma congénito, dificultad respiratoria, estreñimiento, pérdida de audición y latidos cardíacos irregulares.
El desarrollo psicomotor se ve afectado en aquellos con el SRT, lo que se traduce en un retraso en la adquisición de habilidades y destrezas. Esta condición también puede dar lugar a un crecimiento más lento y una estatura baja. A medida que estos individuos luchan por superar los desafíos físicos y cognitivos, se requiere un enfoque compasivo y un apoyo constante para fomentar su desarrollo y bienestar.
A pesar de las dificultades que presenta el Síndrome de Rubinstein-Taibi, el amor y la dedicación de las familias, junto con la investigación médica en curso, ofrecen una esperanza tangible para aquellos que viven con esta condición. El avance en la comprensión de las causas subyacentes y el desarrollo de tratamientos adecuados son fundamentales para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas por este síndrome.
El Síndrome de Rubinstein-Taibi es un recordatorio de la diversidad y la resiliencia del ser humano, y nos insta a seguir explorando y desentrañando los misterios de la genética en busca de soluciones y respuestas. Enfrentemos este desafío con empatía y determinación, construyendo un futuro más brillante para aquellos que lo necesitan.
La Organización de las Naciones Unidas proclama el 18 de septiembre como Día Internacional de la Igualdad Salarial, con la finalidad de resaltar la importancia de equipar la igualdad salarial por un trabajo de igual valor. La igualdad salarial o igualdad de remuneración se refiere al derecho de hombres y mujeres a recibir una remuneración equitativa por trabajos de igual valor. Este concepto considera factores como competencias, condiciones laborales, calificaciones y niveles de responsabilidad en el desempeño del puesto. Además, la igualdad salarial refuerza los derechos humanos y la igualdad de género, y cuenta con el respaldo de actores clave como la comunidad internacional, la sociedad civil, agencias de ONU Mujeres, los Estados Miembros y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Como antecedente histórico, tras la Segunda Guerra Mundial, en 1951 se estableció el Convenio sobre Igualdad de Remuneración, reconocido como el primer instrumento internacional que impulsó la incorporación masiva de las mujeres al mundo laboral, ocupando posiciones en la primera línea de producción en varios países. La creación de este convenio surgió como respuesta a la desigualdad salarial, vista como una clara forma de discriminación laboral. Este hito marcó el comienzo de un avance significativo hacia una mayor igualdad de género en el mercado laboral, estableciendo las bases para eliminar brechas económicas y promover un entorno laboral más justo e inclusivo. https://www.tiktok.com/@mscnoticias
La leyenda de Rómulo y Remo narra la historia de los fundadores míticos de Roma. Según el relato, Ascanio, hijo del héroe troyano Eneas, estableció la ciudad de Alba Longa a orillas del río Tíber. A lo largo de los años, sus descendientes reinaron sobre esta ciudad, hasta llegar a Numitor y su hermano Amulio. Amulio destronó a Numitor y, para evitar que tuviera descendencia que reclamara el trono, obligó a su hija, Rea Silvia, a convertirse en sacerdotisa de la diosa Vesta, asegurando así su virginidad. Sin embargo, Marte, el dios de la guerra, se unió a Rea Silvia, quien dio a luz a los gemelos Rómulo y Remo. Temiendo por su vida, Amulio ordenó que los recién nacidos fueran arrojados al Tíber en una canasta. La corriente los llevó hasta la zona de las siete colinas, cerca de la desembocadura del Tíber. Allí, una loba llamada Luperca los descubrió mientras bebía agua. Ella los llevó a su guarida en el Monte Palatino y los amamantó hasta que un pastor los encontró. El pastor y su esposa criaron a los mellizos, quienes al llegar a la adultez restauraron a Numitor en el trono de Alba Longa. Rómulo y Remo decidieron fundar una nueva ciudad como colonia de Alba Longa en el lugar donde la loba los había protegido. Así nació Roma, con Rómulo y Remo como sus primeros reyes. El mito de la loba que amamantó a los gemelos ha sido objeto de diversas interpretaciones. Algunos creen que la loba fue en realidad una mujer que cuidó de ellos, ya que el término latino “lupa” también se usaba para referirse despectivamente a las prostitutas de la época. Este relato, cargado de simbolismo, es fundamental para entender el origen mítico de una de las civilizaciones más influyentes de la historia. https://www.tiktok.com/@mscnoticias