¿Cuáles son sus aspiraciones para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020? ¿Cuántas medallas ha ganado históricamente? ¿Quiénes han sido sus atletas más destacados? Tokio 2020 les invita a adentrarse en los momentos Olímpicos más importantes de los países hispanohablantes. Hoy, uno de los países sudamericanos con más éxitos en la historia Olímpica
Sus Inicios
Venezuela es uno de los países sudamericanos que puede presumir de haber hecho un mejor papel en los Juegos Olímpicos. En total, la nación ha ganado 17 medallas: tres oros, cuatro platas y diez bronces y ha enviado a 550 atletas en 29 deportes. Venezuela tiene el sexto mejor resultado histórico en América Latina, después de Cuba, Brasil, Argentina, México y Colombia, igualando su posición de tres medallas de oro con la República Dominicana.
El debut Olímpico de Venezuela tuvo lugar en Londres 1948. En aquella ocasión el único participante fue el ciclista Julio César León. Desde entonces, el país ha enviado delegaciones de manera ininterrumpida a todas las ediciones siguientes, con lo que registra 18 participaciones.
En Helsinki 1952, el atleta Asnoldo Devonish obtuvo una medalla de bronce, la cual se convirtió en la primera medalla Olímpica en la historia del país. Lo hizo en salto triple con un registro de 15,52 m.
El oro no tardó en llegar, y lo hizo en Latinoamérica. En México 1968, el boxeador Francisco Rodríguez, conocido como ‘Morochito’, se alzó con el primer oro en la historia de Venezuela, y lo hizo en la categoría mosca. Su éxito fue tal que, a su regreso a Venezuela, se desató en una auténtica fiesta. Incluso el aeropuerto fue invadido por fans que esperaban la llegada del gran campeón.
“Todavía recuerdo la recepción en el aeropuerto. El piloto dio varias vueltas antes de aterrizar, todo esto por culpa del público que había invadido la pista”, dijo entonces.
Los Juegos Olímpicos donde Venezuela ha hecho un mejor papel son los más recientes, Río 2016. La participación criolla dejó un balance de tres medallas, dos de ellas de bronce y una de plata. Estas preseas ubicaron a Venezuela en el puesto 63 del medallero e igualaron la mejor cosecha de logros destacados que el país tuvo en unos Juegos Olímpicos. En Los Ángeles 1984, la delegación criolla también ganó tres medallas, pero todas fueron de bronce.
La saltadora Yulimar Rojas le dio la primera medalla a Venezuela en Brasil con su plata en salto triple. La atleta entró a formar parte de los libros de historia del Olimpismo al convertirse en la primera venezolana en ganar una medalla en atletismo Olímpico.
El primer bronce lo ganó el boxeador Yoel Finol compitiendo en el peso mosca (52 kilogramos). Su presea fue muy importante para el boxeo criollo, que llevaba 32 años sin ganar una medalla Olímpica, desde Los Ángeles 1984.
La tercera medalla criolla llegó de la mano de Stefany Hernández. La rider fue plata en BMX racing, e incluso llegó a poner en apuros a la gran estrella de este deporte, la colombiana Mariana Pajón.
Aunque se considera que Venezuela debutó en los Juegos Olímpicos con la participación de un atleta en Londres 1948, la primera presencia de un venezolano en los Juegos curiosamente no fue la de un atleta sino la del pintor Alberto Egea. El artista participó en el concurso de arte en los Juegos de Los Ángeles 1932.
En él, en las categorías de arquitectura, literatura, pintura, escultura y música, los artistas tenían que inspirarse en los deportes para crear su obra.
Estas competiciones artísticas formaron parte de los Juegos Olímpicos desde 1912 hasta 1948.
El boxeo ha sido uno de los deportes que mayores logros le ha brindado a Venezuela a lo largo de la historia de los Juegos Olímpicos. Gracias a él, esta nación ha logrado seis medallas Olímpicas.
El primero en lograr una fue ‘Morochito’ Rodríguez, y a este gran éxito le siguieron la plata de Pedro Gamarro en Montreal 1976, la de Bernardo Piñango en Moscú 1980, y los dos bronces en Los Ángeles 1984 logrados por Omar Catarí y Marcelino Bolívar.
Después de esas dos medallas, el boxeo venezolano tuvo una prolongada sequía hasta que en Río 2016 Finol logró plata en la división de los 52 kg.
Además del boxeo, Venezuela también ha destacado a lo largo de la historia en otros deportes como el taekwondo, la esgrima y el atletismo.
El deportista Arlindo Gouveia se alzó con la medalla de oro en los Juegos de Barcelona 1992 en taekwondo en la categoría de hasta 54 kg, que era en exhibición. En este deporte, el país ha sumado otras medallas como la de Adriana Carmona en la categoría de 70 kg en Atenas 2004 y el bronce de Dalia Contreras en Pekín 2008.
En esgrima, el deporte venezolano cuenta con una auténtica estrella: Rubén Limardo. El venezolano ha participado en tres Juegos Olímpicos entre los años 2008 y 2016, obteniendo una medalla de oro en Londres 2012 en la modalidad de espada individual. Limardo está clasificado para Tokio 2020, así que volverá a estar en la competición luchando por las medallas en sus cuartos Juegos Olímpicos.
“En la espada masculina, no hay atleta de Venezuela que haya ganado dos Juegos Olímpicos. Yo estoy luchando porque me gustaría estar entre los récords. Eso es lo que me mantiene a mí en la lucha”, declaró Limardo para Tokio 2020 en una entrevista el pasado mes de agosto 2020
El atletismo venezolano tiene un nombre propio: el de Yulimar Rojas.
A pesar de su juventud, la triple saltista ya es dueña de un sitio entre los mejores atletas de Venezuela de todos los tiempos. La atleta, quien ganó el premio Atleta del Año 2020 que otorga World Athletics , aspira a situarse en lo más alto del podio en Tokio 2020.
A la medalla de plata que obtuvo Rojas en Río 2016, hay que sumarle el bronce de Devonish en triple salto en Helsinki 1952.
Sin duda, Rojas será una de las estrellas a tener en cuenta el próximo verano en Japón, pero no será la única venezolana con aspiraciones de medalla. La atleta estará muy bien acompañada por un buen grupo de compatriotas. Por el momento, la delegación venezolana suma 20 atletas clasificados para los Juegos Olímpicos: tres por cupo país (vela, ciclismo y judo), dos vía ranking mundial (karate, esgrima y BMX freestyle), dos por marcas mínimas (atletismo) y un equipo en conjunto (voleibol).
En atletismo, la garrochista Robeilys Peinado, de 22 años, fue la segunda atleta venezolana que aseguró su presencia en Tokio al lograr la marca de 4.70 m en la final de salto con pértiga de La Liga de Diamante, celebrada en Bruselas, Bélgica, en septiembre de 2019.
En ciclismo en ruta, Venezuela obtuvo el cupo por país gracias, en parte, a la excelente temporada del pedalista Orluis Aular. La Federación Venezolana de Ciclismo ya anunció que será Aular, de 23 años, el ciclista venezolano que correrá en la ruta masculina de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
También en ciclismo, pero en la modalidad BMX freestyle, Venezuela cuenta con otro nombre destacado, Daniel Dhers . En su caso consiguió su cupo para la cita multidisciplinaria gracias al noveno lugar obtenido en el Campeonato Mundial de Ciclismo Urbano de Chengdu, República Popular de China, en noviembre de 2019.
El velerista Andrés Lage , de 28 años, será otro de los respresentantes criollos en Tokio después de sumar 28 puntos y finalizar en la cuarta casilla del Preolímpico Sudamericano, que se llevó a cabo en noviembre de 2019 en Río.
La Federación Internacional de Judo (IJF) también ratificó en septiembre de 2020 el cupo por cuota continental para Venezuela. Karen León ocupa esta plaza debido a que se ubica en el puesto 41 en el ranking mundial de los -78 kilogramos.
Por lo que se refiere a los nuevos deportes, Venezuela estará en el debut del karate gracias a Antonio Díaz. El subcampeonato que este atleta consiguió a mediados de febrero del año pasado en la Premier League de Dubái lo dejó matemáticamente en una zona inalcanzable de la clasificación Olímpica del kata masculino.
Respecto a los deportes de equipo, Venezuela tiene puestas sus esperanzas en el voleibol. Su selección masculina estará en unos Juegos Olímpicos por segunda vez en la historia después de una primera participación en Pekín 2008.
Y aunque aún no hay nombres confirmados, el boxeo de Venezuela aspira a continuar con la tradición y conquistar al menos dos preseas en los próximos Juegos Olímpicos. No le ha sido fácil en los últimos años a los criollos la preparación por la falta de recursos económicos, pero en Tokio los boxeadores venezolanos aspiran a hacer un buen papel. Irismar Cardozo en los 51 kg, Krisandy Ríos en los 57, Omailyn Alcalá en los 60 y, de nuevo, Yoel Finol en los 52 kg son algunos de los nombres a tener en cuenta.
Fuente Oficial: Pagina Olimpiadas Tokyo 2020
Nota del 08 01 2021
El 17 de noviembre conmemora el Día Internacional del Síndrome de Smith Magenis, un hito que destaca la relevancia de esta condición genética descubierta en los años 80 por Ana Smith y Ellen Magenis, una pionera en genética molecular. Este síndrome, vinculado a una deficiencia en el cromosoma 17, afecta aproximadamente a 1 persona de cada 15.000/25.000 nacimientos, manifestándose con una variedad de síntomas físicos y conductuales, acompañados de un retraso mental de gravedad variable y anomalías congénitas. Las asociaciones dedicadas al Síndrome de Smith Magenis organizan eventos con el objetivo claro de sensibilizar tanto a la población en general como a los profesionales de la salud. Entre las metas fundamentales de estas iniciativas se encuentran: Impulsar la Detección Precoz: Fomentar la identificación temprana de la enfermedad, garantizando un abordaje más efectivo desde sus primeras etapas. Atender las Necesidades de los Afectados: Buscar soluciones integrales que aborden las necesidades terapéuticas, educativas y asistenciales de quienes conviven con este síndrome, así como proporcionar un sólido apoyo a sus familias. Promover la Investigación: Lanzar un llamamiento apasionado a la investigación, destacando la importancia de explorar y comprender más a fondo esta patología para mejorar la calidad de vida de quienes la padecen. Generar Conciencia Pública: Ampliar el conocimiento general sobre el Síndrome de Smith Magenis es esencial. Con campañas educativas, se busca sensibilizar a la población acerca de la existencia de esta condición y fomentar la empatía y la comprensión.
El Día de los Muertos es una festividad tradicional mexicana que tiene raíces profundas en la cultura indígena precolombina de México, especialmente entre los pueblos aztecas, mayas, purepechas y totonacas. Esta celebración se lleva a cabo el 1 y 2 de noviembre, coincidiendo con el Día de Todos los Santos y el Día de los Muertos en el calendario católico, lo que es una muestra de la fusión de las tradiciones indígenas y europeas después de la conquista española en el siglo XVI. Las razones por las cuales se celebra el Día de los Muertos en México son variadas: Conexión con las creencias indígenas: Los pueblos indígenas de México tenían una profunda conexión con la muerte y creían que la vida después de la muerte era una parte natural del ciclo de la vida. Celebraban a sus muertos a través de rituales y ofrendas mucho antes de la llegada de los españoles. Sincretismo religioso: Después de la conquista española, la religión católica se combinó con las creencias indígenas para dar lugar a esta festividad. Los colonizadores españoles intentaron reemplazar las creencias indígenas con las suyas, pero en lugar de erradicar las tradiciones preexistentes, se incorporaron elementos católicos en la celebración de los muertos. Homenaje a los seres queridos fallecidos: El Día de los Muertos es una forma de honrar y recordar a los seres queridos que han fallecido. Las familias crean altares o ofrendas que incluyen fotos, velas, flores, alimentos y objetos personales de los difuntos para recibir sus espíritus y celebrar su memoria. Celebración de la vida: Aunque pueda parecer paradójico, el Día de los Muertos no es una festividad triste, sino más bien una celebración de la vida. Se cree que durante estos días, los difuntos regresan a visitar a sus seres queridos, y se les recibe con música, baile y comida. Conservación de la identidad cultural: El Día de los Muertos es una de las festividades más importantes en la cultura mexicana, y su celebración contribuye a la preservación de las tradiciones y la identidad cultural del país. En resumen, el Día de los Muertos en México es una festividad arraigada en las creencias indígenas, el sincretismo religioso y la conexión con los seres queridos fallecidos. Es una celebración única que combina elementos de alegría, respeto y espiritualidad, y juega un papel importante en la cultura mexicana.