A más de un año de pandemia, no es poco lo que se ha podido recabar en cuanto a la afectación de la infección por SARS-Cov2 al embarazo y la lactancia.
Las mujeres embarazadas forman parte del grupo de pacientes vulnerables con mayores tasas de hospitalización y complicaciones intrahospitalarias en relación a sus pares no embarazadas, de ahí la importancia de reducir el riesgo de infección. En este sentido, las recomendaciones son las mismas que para todos, esto es mantener distanciamiento social, utilizar tapabocas de muchas capas y que no tengan válvulas, evitar permanecer en áreas con gran número de personas. Lavado frecuente de manos, evitar el contacto con individuos enfermos y desinfección de superficies de uso frecuente.
Un punto importante es la limitación del contacto con niños que viven en la casa y el contacto de estos con otros, ya que en ellos la infección suele ser asintomática y pueden ser una fuente de transmisión.
La Dra. Carmen Mantellini, Ginecobstetra explica “En relación a la infección, en la mayoría de las mujeres embarazadas no presentan síntomas o estos suelen confundirse con los propios del embarazo, como lo son cansancio, falta de aire, congestión nasal. Sin embargo es cierto que aun cuando sólo ocurre en menos de 10 de cada 100 pacientes, hay mayor riesgo de padecer una infección severa y morir. Este riesgo es frecuente en mujeres con edad igual o mayor a 35 años y que presente trastornos como obesidad, diabetes e hipertensión arterial”.
Adicionalmente hay mayor riesgo de sufrir de Preeclamsia severa o síndrome de HELLP, cuyos síntomas pueden confundirse con COVID19 severo, lo que hace más complejo el manejo de estas pacientes y es necesario realizar el tratamiento a cargo de un equipo multidisciplinario.
No hay aumento del riesgo de malformaciones congénitas, sin embargo en los EEUU y Nepal se ha registrado un aumento significativo del número de muertes fetales en pacientes hospitalizadas.
¿Qué sabemos de la infección al bebé? la Dra. Mantellini explica “Hasta la fecha no ha podido ser determinado con precisión, lo que sí sabemos es que el riesgo es mayor en madres con infección severa. En una revisión de los casos publicados, la probabilidad de infección al recién nacido es inferior al 3%, y ocurrió en recién nacidos de madres con infección activa al momento del parto, quizás a través de la contaminación por vía sanguínea aunque no se descartar que pueda ocurrir a través de fluidos maternos”.
En relación a la lactancia, se mantienen las recomendaciones a madres con infección por Covid-19, esto es, no está contraindicada la lactancia, al hacerlo debe asear bien sus manos y usar mascarilla durante la misma. En caso de no poder hacerlo directamente por el malestar puede extraer la leche y ser suministrada al recién nacido por otro miembro de la familia, manteniendo las mismas medidas de protección.
“Si bien los primeros estudios con vacunas no se hicieron en mujeres embarazadas o en lactancia materna, hasta la fecha ya tenemos un estudio en curso, en el cual ha sido aplicada del tipo Moderna a 84 mujeres y en las que se ha podido demostrar su seguridad con niveles de anticuerpos superiores a aquellos desarrollados por una infección natural” explica Mantellini.
Al existir un mayor riesgo de infección severa en mujeres embarazadas mayores de 35 años, sobre todo si sufren de obesidad, diabetes o hipertensión arterial, se deben extremar en ellas las medidas de protección, y no negarles en caso de estar disponibles, la vacunación contra COVID-19, ya que brindará protección no solo a ella sino al bebé por venir.
El 28 de agosto de 1859, el mundo fue testigo de un fenómeno celestial sin precedentes. Auroras boreales iluminaron cielos inusuales, desde Madrid hasta Santiago de Chile y más allá. Pero este espectáculo no fue solo una maravilla visual; fue el preludio de un evento cósmico que cambiaría la historia tal como la conocemos. Pocos días después, el renombrado astrónomo Richard Carrington presenció una explosión de luz blanca en la superficie del Sol desde su jardín en Londres. Dos enormes llamaradas despidieron una energía equivalente a más de diez mil millones de bombas atómicas. Esta observación, conocida como el “Evento Carrington”, marcó el inicio de la tormenta solar más violenta de los últimos 500 años. La gran eyección de masa coronal del año 1859 desencadenó el caos tecnológico en todo el mundo. Las líneas telegráficas cayeron, se quemaron y operadores resultaron heridos. La red de telégrafos colapsó durante 14 horas en Europa y Estados Unidos. Sin embargo, la sorpresa llegó cuando, debido a la sobrecarga eléctrica atmosférica, los telégrafos continuaron enviando mensajes de larga distancia sin necesidad de baterías. Este evento histórico resalta la vulnerabilidad de nuestra tecnología ante los caprichos del universo. El Evento Carrington nos recuerda la fragilidad de nuestra civilización en un cosmos que siempre está en movimiento. Desde entonces, los científicos han estudiado este suceso para comprender mejor las tormentas solares y desarrollar medidas de protección. En resumen, el Evento Carrington de 1859 no solo fue un espectáculo celestial, sino también un recordatorio de nuestra dependencia de la tecnología y nuestra conexión con el cosmos. Este episodio histórico sigue fascinando y sirve como un llamado de atención sobre los misterios y peligros del espacio exterior.
El Domingo de Ramos es el día que marca el inicio de la Semana Santa en la tradición cristiana, conmemorando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Este día está lleno de simbolismo y significado religioso para los cristianos, pero en términos de “misterios”, podrían interpretarse algunos aspectos simbólicos o teológicos: La entrada triunfal de Jesús: Este evento, mencionado en los evangelios, es la base del Domingo de Ramos. Jesús entra en Jerusalén montado en un burro, mientras la multitud lo aclama y lo saluda con ramas de palma y ropas extendidas en su camino. El misterio aquí radica en la comprensión del significado de esta entrada en el contexto de la misión de Jesús y su relación con el reino de Dios. El cambio de actitud de la multitud: Es intrigante cómo la multitud que aclama a Jesús en su entrada triunfal el Domingo de Ramos luego se convierte en la misma multitud que lo rechaza y pide su crucifixión pocos días después. Este cambio repentino de actitud puede ser objeto de reflexión sobre la naturaleza humana y la fragilidad de las lealtades populares. El simbolismo de las palmas y las ramas: En muchas tradiciones cristianas, se llevan palmas y ramas durante las celebraciones del Domingo de Ramos como símbolo de victoria y triunfo. Estos elementos pueden representar la victoria espiritual sobre el pecado y la muerte que Jesús trae consigo, pero también pueden ser interpretados como un recordatorio de la naturaleza efímera de los triunfos terrenales. El comienzo de la Semana Santa: El Domingo de Ramos marca el inicio de la Semana Santa, un período de intensa reflexión y conmemoración para los cristianos. Este tiempo está lleno de rituales y tradiciones que recuerdan los eventos finales de la vida de Jesús, desde la Última Cena hasta su crucifixión y resurrección. Los misterios aquí son los propios misterios de la fe cristiana: la pasión, muerte y resurrección de Jesús, y su significado para la salvación de la humanidad. En resumen, el Domingo de Ramos está envuelto en una serie de misterios religiosos y simbolismos que invitan a la reflexión y la contemplación sobre la fe cristiana y el significado de la vida y la obra de Jesucristo. https://www.tiktok.com/@mscnoticias