Cuando uno habla de la actriz venezolana Lisbeth Manrique, parece que hablara de una mujer de mucha edad, pero nada más lejos de la realidad. Lo que pasa es que, cuando se empieza una carrera actoral tan joven, los años van pasando y la historia se va haciendo larga.
Comenzó en las pasarelas de las más afamadas marcas en su Venezuela natal, y quién no recuerda aquellos ojos oscuros que miraban a la lente de manera desafiante en una enorme cantidad de comerciales. Van Raalte, Gloria Vanderbilt, Tropicana, Ufo, Maltin Polar, Casuchi, Viasa, fueron algunas de las marcas de las que fue imagen.
Apenas a su mayoría de edad, ya estaba en el reparto de la primera telenovelas de talla internacional como “Paraíso”, en donde comenzó el ascenso que continúo con “Pasionaria”, “Adorable Mónica”, “Cara Sucia”, “Como Tu Ninguna”, “Dulce Enemiga”, “Cuando hay Pasión”, “Secreto de Amor” y “Voltea pa´que te enamores”, en donde encarnó a la abogada María José Albondón. Luego vino “Vieja Yo”, y “Harina de otro costal”.
Lisbeth también estuvo en proyectos unitarios al lado de los ídolos de los noventa, como Proyecto M y Karina; asimismo, en las tablas, formó parte de de la compañía de la primera actriz Carmen Julia Álvarez y compartió tablas con el ganador del Goya, Miguel Ferrari.
Pero ella no deja su pasión, desde hace unos años se encuentra residenciada en la ciudad de Miami, junto a su hijo y a su esposo, el también actor Carlos D’Arcos, hijo de los ya fallecidos actores venezolanos Paula De Arco y el inolvidable Carlos Olivier.
Esta semana se estrenó con éxito en su más reciente participación en teatro en la ciudad de Miami, con la obra “Dos Viudas y un Difunto“, de José Gregorio Rodríguez, obra que por cierto, abre telón con toda la gira vendida, en Miami, Nueva York y Denver.
El 28 de agosto de 1859, el mundo fue testigo de un fenómeno celestial sin precedentes. Auroras boreales iluminaron cielos inusuales, desde Madrid hasta Santiago de Chile y más allá. Pero este espectáculo no fue solo una maravilla visual; fue el preludio de un evento cósmico que cambiaría la historia tal como la conocemos. Pocos días después, el renombrado astrónomo Richard Carrington presenció una explosión de luz blanca en la superficie del Sol desde su jardín en Londres. Dos enormes llamaradas despidieron una energía equivalente a más de diez mil millones de bombas atómicas. Esta observación, conocida como el “Evento Carrington”, marcó el inicio de la tormenta solar más violenta de los últimos 500 años. La gran eyección de masa coronal del año 1859 desencadenó el caos tecnológico en todo el mundo. Las líneas telegráficas cayeron, se quemaron y operadores resultaron heridos. La red de telégrafos colapsó durante 14 horas en Europa y Estados Unidos. Sin embargo, la sorpresa llegó cuando, debido a la sobrecarga eléctrica atmosférica, los telégrafos continuaron enviando mensajes de larga distancia sin necesidad de baterías. Este evento histórico resalta la vulnerabilidad de nuestra tecnología ante los caprichos del universo. El Evento Carrington nos recuerda la fragilidad de nuestra civilización en un cosmos que siempre está en movimiento. Desde entonces, los científicos han estudiado este suceso para comprender mejor las tormentas solares y desarrollar medidas de protección. En resumen, el Evento Carrington de 1859 no solo fue un espectáculo celestial, sino también un recordatorio de nuestra dependencia de la tecnología y nuestra conexión con el cosmos. Este episodio histórico sigue fascinando y sirve como un llamado de atención sobre los misterios y peligros del espacio exterior.
El Domingo de Ramos es el día que marca el inicio de la Semana Santa en la tradición cristiana, conmemorando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Este día está lleno de simbolismo y significado religioso para los cristianos, pero en términos de “misterios”, podrían interpretarse algunos aspectos simbólicos o teológicos: La entrada triunfal de Jesús: Este evento, mencionado en los evangelios, es la base del Domingo de Ramos. Jesús entra en Jerusalén montado en un burro, mientras la multitud lo aclama y lo saluda con ramas de palma y ropas extendidas en su camino. El misterio aquí radica en la comprensión del significado de esta entrada en el contexto de la misión de Jesús y su relación con el reino de Dios. El cambio de actitud de la multitud: Es intrigante cómo la multitud que aclama a Jesús en su entrada triunfal el Domingo de Ramos luego se convierte en la misma multitud que lo rechaza y pide su crucifixión pocos días después. Este cambio repentino de actitud puede ser objeto de reflexión sobre la naturaleza humana y la fragilidad de las lealtades populares. El simbolismo de las palmas y las ramas: En muchas tradiciones cristianas, se llevan palmas y ramas durante las celebraciones del Domingo de Ramos como símbolo de victoria y triunfo. Estos elementos pueden representar la victoria espiritual sobre el pecado y la muerte que Jesús trae consigo, pero también pueden ser interpretados como un recordatorio de la naturaleza efímera de los triunfos terrenales. El comienzo de la Semana Santa: El Domingo de Ramos marca el inicio de la Semana Santa, un período de intensa reflexión y conmemoración para los cristianos. Este tiempo está lleno de rituales y tradiciones que recuerdan los eventos finales de la vida de Jesús, desde la Última Cena hasta su crucifixión y resurrección. Los misterios aquí son los propios misterios de la fe cristiana: la pasión, muerte y resurrección de Jesús, y su significado para la salvación de la humanidad. En resumen, el Domingo de Ramos está envuelto en una serie de misterios religiosos y simbolismos que invitan a la reflexión y la contemplación sobre la fe cristiana y el significado de la vida y la obra de Jesucristo. https://www.tiktok.com/@mscnoticias