Por Jesús Ricardo González. Prensa Dvo La Guaira.- Con gol de Gustavo Rojas empezando el segundo tiempo el Deportivo La Guaira se llevó por segundo año al hilo la Copa Venezuela, tras ganar al Deportivo Lara en el Olímpico de la UCV. Los de Leo González hicieron historia en casa y por tercera temporada corrida se clasifica a la Copa Sudamericana.
Desde el inicio La Guaira buscaba imponer su ley, creando jugadas rápidas por el centro del campo intentando vulnerar la defensa crepuscular. La primera de peligro llegaba a pelota parada, luego de un centro de Fredys Arrieta que le quedaba a José Luis Ganados por el costado izquierdo, quien sacaba un disparo mordido que atajaba al portero.
El litoralense mantenía la posesión y buscaba con ansias el arco crepuscular por todo el centro del campo. Al 19’ Víctor Rivero probaba de fuera del área con un disparo que se marchaba por encima del arco, y posteriormente Fredys Arireta hacía lo propio con trallazo que pegaba en el lateral de la red.
Deportivo Lara apelaba a la pelota larga a los espacios para conseguir asediar a la defensa naranja, y al minuto 35 tendría su primera de peligro real con un disparo desde el borde del área de Jesús Hernández que pasaba cerca del arco defendido por Luis Rojas.
La primera parte de la gran final se terminaba con el elenco naranja manteniendo la posesión del balón y presionando al rival por todos los flancos, pero sin llegar a concretar las acciones ante una defensa que se mostraba con cierto orden.
El complemento Deportivo La Guaira lo iniciaba con todo, y no pasaron cinco minutos cuando ya se iba arriba en el marcador. Gustavo Rojas aprovechaba un error defensivo para imprimirle velocidad por la derecha y batir a Eduardo Herrera con un potente disparo cruzado.
El litoralense aprovechaba el envión para seguir atacando y ampliar la ventaja. En el 55’ José Luis Granados enviaba un centro por izquierda, al que por poco llegaba a impactar Fredys Arrieta al fondo de la red. Momentos más tarde Matías Manzano hacía lo propio de cabeza, pero el esférico se marchaba por poco.
Al 65’ volvería a aparecer el colombiano Arrieta, quien en la semiluna enviaba un derechazo que se iba besando el poste y par de minutos más tarde el recién ingresado Darwin González lo buscó con un remate que detenía el guardameta crepuscular. Mientras tanto la visita los buscaba con un centro a pelota parada, que era cabeceado en el segundo palo por José Carballo, pero Luis Rojas se vestía de héroe y tapaba el remate.
Mientras pasaban los minutos, La Guaira mantenía el orden y manejaba el encuentro frente a un Deportivo Lara que insistía en ataque con llegadas por las bandas que deparaban en centros que eran cortados por la defensa. Sin tiempo para más, el encuentro finalizaba y el Deportivo La Guaira se coronaba campeón de la Copa Venezuela por segundo año consecutivo.
Ficha Técnica:
Deportivo La Guaira (1): Luis Rojas; Víctor Rivero*, Daniel Benítez ©, Jorge Ignacio González, José Luis Granados; Arquímedes Figuera, Vicente Suanno, Edgar Pérez Greco (Edwar Bracho, 81’), Gustavo Rojas (Jhon Chacón, 90’ + 1’); Matías Manzano (Darwin González, 62’) y Fredys Arrieta. DT: Leonardo González.
Deportivo Lara (0): Eduardo Herrera, Luis Colmenarez (Jorge Gómez*), Carlos Rivero ©, Leonardo Falcón, Daniel Carrillo, Antonioni González, Homero Calderón (José Caraballo, 72’), Jacobo Kouffati (Darwin Gómez, 62’), César González, Antonio Romero * y Jesús Hernández. DT: Rafael Dudamel.
Goles: Gustavo Rojas (49’).
Tarjetas amarillas: Víctor Rivero (28’), Vicente Suanno (31’) y Jorge Ignacio González (77’); Jacobo Kouffati (8’), Antonioni González (17’) y Homero Calderón (68’).
Árbitro principal: Jesús Valenzuela (Portuguesa). Asistentes: Jorge Urrego (Carabobo) y Tulio Moreno (Bolívar). Cuarto árbitro: Joan Leal (Aragua).
Estadio: Olímpico de la UCV.
El 28 de agosto de 1859, el mundo fue testigo de un fenómeno celestial sin precedentes. Auroras boreales iluminaron cielos inusuales, desde Madrid hasta Santiago de Chile y más allá. Pero este espectáculo no fue solo una maravilla visual; fue el preludio de un evento cósmico que cambiaría la historia tal como la conocemos. Pocos días después, el renombrado astrónomo Richard Carrington presenció una explosión de luz blanca en la superficie del Sol desde su jardín en Londres. Dos enormes llamaradas despidieron una energía equivalente a más de diez mil millones de bombas atómicas. Esta observación, conocida como el “Evento Carrington”, marcó el inicio de la tormenta solar más violenta de los últimos 500 años. La gran eyección de masa coronal del año 1859 desencadenó el caos tecnológico en todo el mundo. Las líneas telegráficas cayeron, se quemaron y operadores resultaron heridos. La red de telégrafos colapsó durante 14 horas en Europa y Estados Unidos. Sin embargo, la sorpresa llegó cuando, debido a la sobrecarga eléctrica atmosférica, los telégrafos continuaron enviando mensajes de larga distancia sin necesidad de baterías. Este evento histórico resalta la vulnerabilidad de nuestra tecnología ante los caprichos del universo. El Evento Carrington nos recuerda la fragilidad de nuestra civilización en un cosmos que siempre está en movimiento. Desde entonces, los científicos han estudiado este suceso para comprender mejor las tormentas solares y desarrollar medidas de protección. En resumen, el Evento Carrington de 1859 no solo fue un espectáculo celestial, sino también un recordatorio de nuestra dependencia de la tecnología y nuestra conexión con el cosmos. Este episodio histórico sigue fascinando y sirve como un llamado de atención sobre los misterios y peligros del espacio exterior.
El Domingo de Ramos es el día que marca el inicio de la Semana Santa en la tradición cristiana, conmemorando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Este día está lleno de simbolismo y significado religioso para los cristianos, pero en términos de “misterios”, podrían interpretarse algunos aspectos simbólicos o teológicos: La entrada triunfal de Jesús: Este evento, mencionado en los evangelios, es la base del Domingo de Ramos. Jesús entra en Jerusalén montado en un burro, mientras la multitud lo aclama y lo saluda con ramas de palma y ropas extendidas en su camino. El misterio aquí radica en la comprensión del significado de esta entrada en el contexto de la misión de Jesús y su relación con el reino de Dios. El cambio de actitud de la multitud: Es intrigante cómo la multitud que aclama a Jesús en su entrada triunfal el Domingo de Ramos luego se convierte en la misma multitud que lo rechaza y pide su crucifixión pocos días después. Este cambio repentino de actitud puede ser objeto de reflexión sobre la naturaleza humana y la fragilidad de las lealtades populares. El simbolismo de las palmas y las ramas: En muchas tradiciones cristianas, se llevan palmas y ramas durante las celebraciones del Domingo de Ramos como símbolo de victoria y triunfo. Estos elementos pueden representar la victoria espiritual sobre el pecado y la muerte que Jesús trae consigo, pero también pueden ser interpretados como un recordatorio de la naturaleza efímera de los triunfos terrenales. El comienzo de la Semana Santa: El Domingo de Ramos marca el inicio de la Semana Santa, un período de intensa reflexión y conmemoración para los cristianos. Este tiempo está lleno de rituales y tradiciones que recuerdan los eventos finales de la vida de Jesús, desde la Última Cena hasta su crucifixión y resurrección. Los misterios aquí son los propios misterios de la fe cristiana: la pasión, muerte y resurrección de Jesús, y su significado para la salvación de la humanidad. En resumen, el Domingo de Ramos está envuelto en una serie de misterios religiosos y simbolismos que invitan a la reflexión y la contemplación sobre la fe cristiana y el significado de la vida y la obra de Jesucristo. https://www.tiktok.com/@mscnoticias