Las tierras raras no son ni tierras ni especialmente raras. Se trata de un grupo de 17 elementos químicos con propiedades similares, utilizados en diversas aplicaciones tecnológicas e industriales. A pesar de su nombre, algunos, como el cerio, son tan abundantes como el cobre.
Este grupo incluye elementos como el lantano, neodimio, disprosio, iterbio y gadolinio, entre otros. Su denominación proviene de un término histórico de la química, cuando los óxidos eran llamados “tierras”.
Aunque fueron descubiertas en el siglo XVIII, no fue hasta mediados del siglo XX cuando las tierras raras empezaron a tener un uso industrial relevante, especialmente en el ámbito militar. Sin embargo, su verdadera explosión ocurrió en los últimos 15 años, gracias a su papel clave en la fabricación de dispositivos tecnológicos y energías renovables.
Sus propiedades físico-químicas únicas las hacen esenciales para la producción de teléfonos móviles, discos duros, vehículos eléctricos e híbridos, monitores y turbinas eólicas. Además, en el sector energético, elementos como el gadolinio y el terbio son fundamentales en las células fotovoltaicas, mientras que el lantano y el neodimio se emplean en baterías de coches eléctricos.
La iluminación eficiente también depende de estos minerales. Las luces LED contienen europio y cerio, esenciales para la producción de luz de alta calidad y bajo consumo.
Aunque algunas tierras raras son relativamente comunes, su extracción y procesamiento resultan complejos debido a su baja concentración en la corteza terrestre. Este factor, sumado a su creciente demanda en la industria tecnológica y energética, las ha convertido en minerales estratégicos para la economía global.
Países como China dominan actualmente su producción, lo que ha generado preocupación en las economías occidentales, que buscan asegurar un suministro estable de estos elementos esenciales para el desarrollo tecnológico del futuro.
La reciente actualización del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis refuerza la fe en Cristo resucitado y optimiza los rituales tras el fallecimiento de un Pontífice. El Vaticano presentó en noviembre de 2024 una edición revisada del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, el documento que regula el rito fúnebre de un Papa. Con esta modificación, se busca simplificar ciertos pasajes de la ceremonia y expresar con mayor claridad la esperanza cristiana en la resurrección. Entre los cambios más destacados, desaparece el tradicional golpe de martillo de plata por parte del camarlengo, quien dejará de llamar al Pontífice por su nombre de bautismo. En su lugar, la confirmación del fallecimiento se hará en la capilla privada del Palacio Apostólico. Asimismo, el cuerpo del Papa ya no se encierra en tres ataúdes (ciprés, plomo y roble), sino en un único ataúd de madera con interior de zinc. Se elimina también el velatorio privado en el palacio, de modo que el féretro será trasladado directamente a la Basílica de San Pedro, donde permanecerá en un catafalco abierto, sin mostrar el báculo papal. La misa exequial, presidida por el Decano del Colegio Cardenalicio, tendrá lugar en la Plaza de San Pedro, usando expresiones sencillas como “Obispo de Roma” o “Pastor” en lugar de títulos ligados al poder temporal. Al concluir, el féretro se depositará en su lugar de sepultura; aunque la tradición marca las grutas vaticanas, Francisco expresó su deseo de descansar en la Basílica de Santa María la Mayor. Durante la Sede Vacante, el camarlengo asume la administración temporal de la Iglesia hasta el cónclave en la Capilla Sixtina, donde los cardenales votan en secreto. El humo gris anuncia el empate, mientras que la fumata blanca señala la elección de un nuevo Papa, anunciado luego con el “Habemus Papam” desde el balcón central de San Pedro. Finalmente, el nuevo Pontífice se distingue por tres símbolos: la sotana blanca, la férula papal y el anillo del pescador, emblemas que reflejan su autoridad y misión pastoral. Fuentes: Vatican News. https://www.tiktok.com/@mscnoticias?lang=es
Con más de 13.000 años extinto, el lobo gigante renace en laboratorio como el primer caso exitoso de desextinción, gracias a la edición genética avanzada de Colossal Biosciences. Colossal Biosciences ha alcanzado un hito sin precedentes al presentar tres cachorros que combinan el ADN del lobo gris moderno con variantes genéticas del lobo gigante, especie desaparecida hace más de 13 000 años. Tras recuperar ADN fósil en 2021, el equipo identificó 20 genes clave asociados a mayor tamaño, densidad de pelaje y robustez ósea. Utilizando CRISPR, editaron células de lobo gris para crear embriones implantados en madres sustitutas caninas, dando lugar a Rómulo, Remo y Khaleesi, dos machos de seis meses y una hembra de dos meses, respectivamente. La directora científica de Colossal, Beth Shapiro, calificó a estas crías como “el primer caso de éxito de desextinción. Estamos creando copias funcionales de algo que solía estar vivo”, declaró en una reciente entrevista. Aunque los ejemplares permanecerán en cautiverio, este avance tecnológico podría aplicarse para proteger especies aún vivas, como el lobo rojo, en peligro crítico y limitado a Carolina del Norte. Este proyecto no solo desafía los límites de la biología sintética, sino que también plantea preguntas éticas sobre el bienestar animal y la conservación. Mientras algunos expertos abogan por protocolos rigurosos y marcos regulatorios que garanticen la responsabilidad ecológica, otros ven en la desextinción una herramienta para restaurar dinámicas de ecosistemas perdidos. De prosperar, la reintroducción de estos lobos podría revitalizar hábitats y equilibrar poblaciones de presas. Sin embargo, su éxito dependerá de evaluaciones de comportamiento en semilibertad y de la capacidad de estos animales para adaptarse a entornos naturales. Fuentes consultadas: Colossal Biosciences (2025). Press Release: First Giant Wolf Cubs. https://www.tiktok.com/@mscnoticias?lang=es