Cruzar el océano y cambiar de país, compaginar tres trabajos a la vez o ir a las competiciones en furgoneta. Todo esto lo ha vivido Andrés Lage impulsado por su sueño de estar en Tokio 2020. Y lo ha conseguido: el próximo verano el velerista venezolano debutará en sus primeros Juegos.
En cuanto se subió a un barco de pequeño, se le encendió el sueño Olímpico y ahora está en el camino perfecto para cumplirlo. Andrés Lage es uno de los 20 atletas venezolanos clasificados para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, y competirá en la categoría en la categoría Finn de vela.
Comenzó su carrera en Puerto Azul (club de Venezuela), pero el 10 de junio de 2015 salió de su país para ir a España y seguir desarrollándose en la vela. Ya entonces era tarde para llegar a conseguir la plaza para los Juegos de Río 2016, por lo que decidió centrarse en los de Tokio 2020.
Pero el camino no sería fácil para él.
En su llegada a España recaló en una pequeña ciudad al norte del país, Vitoria. Lo hizo casi sin recursos, sin barco y sin un otro plan que el de estar en Tokio.
Así, además de progresar en su deporte, Lage tuvo que compaginar tres trabajos al mismo tiempo para poder salir adelante.
.
“Necesitaba comenzar la campaña Olímpica y no tenía ningún tipo de presupuesto ni nada porque mi país estaba atravesando por una situación económica muy complicada. Desde los 18 años le pedí a mi madre que yo me mantenía, por lo menos en el deporte. Y claro, tenía esa problemática de que cómo hago una campaña Olímpica: acabo de emigrar. No conozco nada. No tengo ni barco. Nada”, recuerda Andrés Lage en una entrevista para Tokio 2020
Para superar la problemática del dinero, decidió dar clases de vela los fines de semana y algunas particulares entre semana. Por las tardes trabajaba en una tienda de productos deportivos, mientras que por las noches en un restaurante de comida rápida.
Sus entrenamientos se vieron afectados, no solo por el esfuerzo que demandaban sus trabajos en sí, sino también porque no contaba con barco y su único contacto con la vela era el que tenía al dar las clases. Así que, para mantener su forma física y su motivación, decidió preparar y realizar dos Ironman en una misma semana.
Y comenzó a ver la luz.
“Gracias a esos momentos duros, tuve la fortaleza para afrontar lo que fue una campaña Olímpica con las uñas”, reconoce.
Estuvo unos dos años compaginando estos tres trabajos. En 2017 pudo dedicarse ya exclusivamente a la vela… pero no solo a nivel deportivo, sino también como monitor.
“Durante la primavera de 2017 estuve trabajando en la Escuela Navarra de Vela como monitor de lunes a viernes y los fines semana como entrenador en Vitoria. Entonces tenía los siete días de la semana completos y pedía permisos para asistir directamente a la competición. No tenía ni tiempo para entrenar, solo para competir y. Y ciertamente era frustrante ver que no podía dedicarle más tiempo, porque si tenía tiempo para entrenar, entonces no tenía tiempo para trabajar. Y si no trabajaba, no iba a poder ir a la competición. Ese fue un momento bien frustrante”, dice.
Aunque podía ir a las competiciones, tampoco lo hacía como muchos otros deportistas. Lo hacía en furgoneta.
“Logré pedir un crédito para una furgo y logré acomodar allí una litera de 100 euros. Así me ahorraba el hotel en las competiciones. Mandé hacer un remolque. Y entonces transportaba las embarcaciones de competidores de otros países y con eso me pagaba la gasolina, la comida, y la inscripción de la regata”, cuenta Lage.
“Es un poco rudimentario, la verdad, pero al mismo tiempo me siento muy, muy afortunado de poder haber logrado este sueño y de poder seguir aspirando a prepararme lo mejor posible para tener el mejor resultado en la historia de mi deporte en mi país”, prosige Lage.
“A veces no se acababa un día y ya empezaba el otro. Cuando decidí hacer esto no sabía con la cantidad de obstáculos que me iba a encontrar, pero lo que sí sabía es que no iba a dar opción a las excusas. Porque el camino fácil con las excusas siempre están ahí, siempre es muy fácil decir ‘No hice eso o no logre aquello por X motivo’. Y yo la verdad es que no quise en esta campaña dar ninguna cabida, ninguna opción, a las excusas. Al final todos esos sacrificios que en un momento dado saben muy amargo, al final, cuando ves para atrás, dices ‘lo volvería a hacer para estar donde estoy'”, sostiene el velerista venezolano.
Finalmente, Lage tuvo que tomar la decisión de dejar los trabajos y centrarse definitivamente en su sueño Olímpico.
Viajó a Valencia, donde vive desde año y medio, y allí sigue haciendo trabajos esporádicos.
“Hoy en día sigo teniendo que hacer trabajos. Por ejemplo, en el club en el que entreno a veces paso tres días limpiando un barco. Lo hago porque este deporte es muy costoso y mi país está pasando por un momento complicado y no hay mucho espónsor en la vela Olímpica”, explica.
“Sigo con mi struggle en el presupuesto, pero ya con otra perspectiva, con una estructura la cual comienza a dar su fruto, pues el año pasado logré el mejor resultado de un venezolano en vela Olímpica en la Copa del Mundo, en Génova. De ahí fue completamente enfocado al selectivo regional en Brasil”, explica.
Allí logró culminar su sueño Olímpico al lograr el boleto para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
“Y mi objetivo se cumplió. Ahora mi objetivo es poder de lograr llegar a la final en los Juegos y pelear por las medallas el último día, que es algo muy ambicioso y con mucha humildad lo acepto y me lo propongo”, dice Lage.
Su clasificación fue una manera de dejar atrás todos los obstáculos que se ha ido encontrando. “Fueron 12 años de altos y bajos. De aciertos y desaciertos, que no cambiaría y que volvería a hacer. Sin ningún problema”, asume.
Además del boleto a los Juegos Olímpicos, Lage ya cuenta -desde hace poco- con un barco propio.
Ya está más que listo para cumplir su sueño Olímpico en los Juegos de 2021, para los que ya se está preparando.
“Ahora es una época en la cual estoy trabajando más que todo la parte psicológica y la parte física, porque este deporte es muy, muy psicológico. En enero-febrero comenzará a aumentar la carga de navegación. En marzo tenemos el primer Grand Slam, que es el Trofeo Princesa Sofía en Palma. Luego, quince días después, tenemos el Europeo en Francia. Quince o veinte días después tenemos el Mundial en Oporto, Portugal. Luego tenemos la Copa del Mundo, en Enoshima, en Japón, en la misma sede de los Juegos, y un mes después, los Juegos Olímpicos. Esos son mis cinco campeonatos más importantes”, cuenta Lage.
De esta manera, podrá seguir mejorando de cara a afrontar los Juegos Olímpicos de Tokio. “Mi prioridad número uno ahora es cada día mejorar un poco más, trabajar, ir colocando bloques para poder estar lo suficientemente alto en el peldaño en Japón”, dice. Pero el trabajo más importante ya lo ha hecho: ya ha llegado a cumplir su sueño.
Entrevista publicada 21 12 2020
Fuente Oficial Autorizada: Prensa Tokyo 2020
El tercer lunes de enero es el día más triste del año. El Blue Monday, o Lunes Triste, es un fenómeno que ha capturado la atención de muchos, especialmente a nivel emocional y psicológico. Según el psicólogo Cliff Arnald, este día, que ocurre el tercer lunes de enero, es considerado el más triste del año. La combinación de factores emocionales y físicos que afectan a las personas durante este período contribuye a que muchos lo vivan con un sentimiento de depresión o desánimo. Tras las celebraciones navideñas, muchas familias aún no se han recuperado, tanto a nivel económico como emocional. Los excesos durante las fiestas, la falta de rutinas y el descontrol de la temporada festiva generan un desequilibrio en la vida diaria de las personas. A esto se suma la presión de los propósitos de Año Nuevo, que suelen parecer más difíciles de alcanzar conforme avanzan los días. Las metas, que en un inicio se veían como una motivación, se convierten en un recordatorio de las dificultades por superar, lo que provoca una profunda decepción. Este contexto emocional se ve reflejado en un alto índice de personas que sienten que sus expectativas para el inicio del año se desmoronan rápidamente. El Blue Monday se convierte así en un día emblemático para aquellos que se enfrentan a esta realidad emocional. Sin embargo, más allá del fenómeno en sí, es importante considerar que este sentimiento de tristeza puede ser superado si se cuentan con las herramientas adecuadas para enfrentar los desafíos personales, laborales y emocionales. Es fundamental reconocer este fenómeno como un proceso natural y tomar conciencia de la importancia de la salud mental para poder seguir adelante con una actitud positiva y resiliente. https://www.tiktok.com/@mscnoticias
La celebración del Espíritu de la Navidad es una tradición que combina elementos espirituales y culturales, especialmente popular en varios países de América Latina y algunas partes de Europa. Esta festividad ocurre el 21 de diciembre, coincidiendo con el solsticio de invierno en el hemisferio norte, marcando el día más corto y la noche más larga del año. Se considera un momento de reflexión, renovación y apertura para atraer energías positivas, armonía y prosperidad. Origen y significado Aunque no tiene un origen religioso específico, la celebración está vinculada al simbolismo de la luz que vence a la oscuridad, un concepto presente en muchas culturas. En esta fecha, se invita al Espíritu de la Navidad, una entidad simbólica asociada con la abundancia, el amor y la paz, a llenar los hogares con bendiciones. Rituales comunes Durante la noche del 21 de diciembre, las familias suelen reunirse para realizar rituales que promuevan la armonía y la prosperidad. Algunos de estos incluyen: Escribir deseos: Se escriben en papel los anhelos para el próximo año, tanto personales como colectivos. Limpiezas energéticas: Se realizan limpiezas en el hogar con incienso, velas aromáticas o aceites esenciales para atraer buenas energías. Cena especial: Se comparte una comida sencilla, generalmente vegetariana, en un ambiente de gratitud. Donaciones: Se fomenta el acto de dar, ya sea con regalos simbólicos o ayuda a quienes lo necesitan. Significado actual Hoy en día, el Espíritu de la Navidad es visto como una oportunidad para conectarse con lo esencial, reflexionar sobre el año que termina y proyectar intenciones positivas para el futuro. Más allá de las creencias personales, es una práctica que invita a valorar la gratitud, el amor y la generosidad como pilares para iniciar un nuevo ciclo. https://www.tiktok.com/@mscnoticias