Del 4 al 21 de junio
Con motivo del centenario del nacimiento de uno de los directores más sobresalientes de la historia del cine español, Luis García Berlanga, la Embajada de España en Venezuela en colaboración con el Instituto Cervantes, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), el ICAA y su Filmoteca Española, AC/E y la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España han programado un ciclo de cine online para revisitar cuatro de sus grandes obras, algunas de ellas de las menos conocidas internacionalmente.
“Berlanga cumple 100 años” es el ciclo que durante todo el mes de junio proyectará, uno cada semana, los cuatro títulos seleccionados, pertenecientes a la Filmoteca de AECID, para disfrutar de la ironía mordaz y la ácida sátira social del mejor cine berlanguiano, las cuales conforman un significativo recorrido por su carrera y una muestra de su evolución como cineasta, que quedan recogidos en este programa:
04/ 06: Esa pareja feliz (1951, de Luis G. Berlanga y Juan Antonio Bardem) es el primer largometraje comercial de ambos. Un filme tan ácido y crítico con la industria cinematográfica a la que satiriza, que no tuvo muy buena recepción inicial.
11/06: Calabuch (1956), Ambientada en un pueblo de su tierra natal, es una de sus películas más tiernas, optimista y con un humor entrañable que se aleja de la mordacidad que marcará su cine, especialmente a partir de los 60´.
18/06: Plácido (1961) es una comedia muy coral, sarcástica y de humor agridulce, en la que 30 personajes se interrelacionan en una compleja trama. Fue nominada al Óscar a la mejor película extranjera.
25/06: Patrimonio nacional (1981) es la segunda película de su conocida trilogía nacional, que rodó tras la llegada de la democracia a España y en la que reflexiona con mordacidad sobre el decadente sistema político y social del franquismo tardío.
Las proyecciones son gratuitas, pero de acceso restringido, y estarán disponibles en el canal de Vimeo del Instituto Cervantes cada viernes a partir de las 2pm (VZLA) / 8pm (ESP) por 48 horas. Los interesados encontrarán en la página web www.culturaesve.org.ve el enlace de Vimeo y la contraseña para disfrutar de cada película.
El araguaney es un árbol emblemático de Venezuela y es conocido por su hermosa floración amarilla que cubre sus ramas. Su nombre científico es Tabebuia chrysantha y pertenece a la familia Bignoniaceae. El araguaney es considerado el árbol nacional de Venezuela debido a su belleza y prominencia en el paisaje venezolano. El Día del Araguaney se celebra el 29 de mayo de cada año en Venezuela. Esta fecha fue establecida en honor al araguaney como un símbolo de la belleza natural del país. El araguaney se encuentra principalmente en la región central de Venezuela, pero también se puede encontrar en otras áreas del país. La elección del araguaney como árbol nacional y la celebración de su día se basa en su importancia cultural y estética para los venezolanos. La floración del araguaney marca el inicio de la temporada de lluvias en Venezuela y se considera un signo de renacimiento y esperanza. La exuberante floración amarilla del araguaney se ha convertido en un símbolo de la identidad nacional y se representa en el arte, la literatura y la música venezolana. El Día del Araguaney se celebra con actividades y eventos que destacan la belleza del árbol y promueven la conservación de la flora y fauna venezolana. Es una ocasión para resaltar la importancia de proteger y preservar el patrimonio natural del país.
En un pequeño pueblo llamado Güigüe, al sur del Lago de Valencia en Venezuela, se encuentra un antiguo reloj que cautiva la atención de propios y extraños. Este fascinante artefacto, creado por hábiles artesanos españoles en el siglo XIX, va más allá de la simple medición del tiempo. Además de ser un reloj, alberga un termómetro, un barómetro y una elegante veleta en su parte superior. El reloj, conocido como “El Reloj de Güigüe”, ostenta dos placas que revelan parte de su historia. Una de ellas lleva grabado el nombre “Hacienda El Trompillo, General J.V. Gómez”, mientras que la otra muestra con orgullo los datos “El Trompillo, altura sobre el nivel del mar 472 metros, distancia a Maracay 58 Kms”. Estas inscripciones revelan sus vínculos con figuras prominentes del pasado. En aquel entonces, el ilustre presidente venezolano, Antonio Guzmán Blanco, trajo consigo este reloj hasta el pueblo para llevar un control preciso de las jornadas laborales de sus trabajadores en las extensas tierras que atendían. Sin embargo, la historia adquiere un giro sorprendente cuando el reloj cambia de dueño y pasa a manos del dictador que gobernaba Venezuela, el General Juan Vicente Gómez. Se cuenta que, poco antes de su muerte, consciente de que sus posesiones iban a pasar a otras manos, maldijo el reloj. Según los cuentos que se transmiten de generación en generación en el pueblo, el reloj se detuvo exactamente en el momento de su fallecimiento. Después de aquel suceso, el reloj fue trasladado al pueblo en un estado de deterioro total, ya que anteriormente se encontraba en el patio central de la Hacienda El Trompillo. Actualmente, reposa en la plaza Ávila de Guigue, junto a la imponente iglesia local. Aunque fue reparado en su momento para marcar las horas parroquiales del pueblo, el destino parece jugarle malas pasadas. Se dice que cada vez que el reloj es reparado, una serie de acontecimientos trágicos se desencadenan. Un operario italiano, encargado de su mantenimiento, logró ponerlo en funcionamiento nuevamente, pero pagó un alto precio por ello, pues el día de su regreso a su tierra natal, encontró la muerte de manera súbita. La leyenda cobra aún más fuerza cuando Andrés Mijares, gran amigo del italiano, decide honrar su memoria reparando el reloj. Con valentía y determinación, logra que el mecanismo vuelva a funcionar, pero solo por un día. Al día siguiente, el reloj se detiene nuevamente, marcando la hora exacta de la muerte de Mijares. A partir de ese momento, nadie se atrevió a tocar el reloj por temor a la supuesta maldición que lo rodea. Después de muchos años un relojero se ofreció para arreglarlo y después de un poco de dificultad logro ponerlo en marcha por unas semanas antes de detenerse abruptamente, a la misma hora en que este relojero perdió a vida en una ciudad cercana. Desde entonces se corrió la Leyenda en toda la región central de Venezuela, de que aquel que repara “El Reloj de Güigüe”, que prepare el testamento porque le quedan pocas horas de vida. Fuente de la Información: Steemit