Reconocimiento único al emprendimiento social en el país
El fundador de la Asociación Civil Trabajo y Persona, Alejandro Marius, ganó la sexta edición del Concurso Emprendedor Social del Año, organizado por la Fundación Venezuela Sin Límites y la Fundación Schwab.
Comunicaciones Venezuela Sin Límites
El Concurso Emprendedor Social del Año, organizado por Venezuela Sin Límites y la Fundación Schwab, anunció este 12 de noviembre al ganador de la edición del año 2015: el ingeniero Alejandro Marius, fundador de la Asociación Civil Trabajo y Persona (http://www.trabajoypersona.org), dedicada a la promoción de la cultura del trabajo y la dignidad de la persona como elementos clave para el desarrollo de Venezuela.
Marius y su iniciativa, Trabajo y Persona, logró las mejores calificaciones de acuerdo con seis criterios internacionales establecidos por la Fundación Schwab: innovación, sostenibilidad, impacto social, alcance, replicabilidad y liderazgo, entre las diferentes postulaciones recibidas de todas partes del país.
El Concurso Emprendedor Social del Año ha sido desarrollado consecutivamente desde 2010 en Venezuela y ha reconocido los logros de Claudia Valladares (2010, Banesco, Banca Comunitaria); Tomás Sanabria (2011, Proyecto Maniapure); Marilyn De Silva (2012, Superatec); José Vicente Aguerrevere (2013, Practimercados Día a Día) y Andrés Simón González-Silén (2014, Venemergencia).
Trabajo: oportunidad de desarrollo
Trabajo y Persona (@TrabajoyPersona) fue creada en 2010 para procurar la inclusión de personas que no han tenido la posibilidad de capacitación formal para acceder al mundo laboral, especialmente jóvenes y habitantes de comunidades vulnerables del país.
Entre los programas de este emprendimiento social se encuentra el modelo Emprender360, que fusiona para sus beneficiarios oficios atractivos como chocolate, belleza y mecánica con formación en emprendimiento y desarrollo humano, en alianza estratégica con sectores empresariales y la academia. Entre sus logros, ha sumado más de 1500 beneficiarios directos (actualmente emprendedores y/o trabajadores activos) en 9 estados del país y la colección de chocolates “San Benito”, la primera con impacto social de Venezuela.
Con el reconocimiento como Emprendedor Social del Año, Alejandro Marius podrá ser partícipe de redes de capacitación internacional en emprendimiento social, así como de la posibilidad de asistencia al Foro Económico Mundial en Davos (Suiza). Marius es Ingeniero Electrónico y Magister en Sistemas de la Información por la Universidad Simón Bolívar y desarrolló una exitosa carrera en el mundo corporativo antes de hacer Trabajo y Persona su labor de tiempo completo.
Finalistas, Semifinalistas y Mención Honorífica
La Ceremonia de Premiación del Emprendedor Social del Año 2015, celebrada en los espacios de la Torre Digitel en Caracas, reconoció además a 5 Finalistas en las personas y experiencias de Gabriela Arenas (Fundación Taller para las Artes y el Pensamiento); Isabelle Domenger de Jiménez (Asociación El Semillero); Teresa Gómez (Asociación Civil Salud y Familia); Salomón Raydán (Fundación para el Financiamiento Rural) y Alejandro Marius.
Las cinco personas antes mencionadas fueron también Semifinalistas del Concurso, distinción también compartida por Fredery Calderón (Asociación Civil por la Caracas Posible); Pedro Vicente Marsella (Fundación Pide Un Deseo Venezuela); Daniella Matheus (Ecoclick); José Manuel Raga (Fundación Reto Aguas Abiertas) y Caroline Ruiz (Asociación Civil Buena Voluntad).
A la par dio a conocer los primeros “Emprendedores de Venezuela Sin Límites”, entregadas a postulantes del Emprendedor Social del Año con iniciativas de gran potencial de crecimiento. Sus nombres completos pueden ser consultados en http://www.venezuelasinlimites.org
El Concurso Emprendedor Social del Año 2015 otorgó su Mención Honorífica Movimiento de Educación Popular Integral y Promoción Social “Fe y Alegría”, en ocasión de sus 60 años de impacto social en comunidades venezolanas e internacionales a través de la educación.
El araguaney es un árbol emblemático de Venezuela y es conocido por su hermosa floración amarilla que cubre sus ramas. Su nombre científico es Tabebuia chrysantha y pertenece a la familia Bignoniaceae. El araguaney es considerado el árbol nacional de Venezuela debido a su belleza y prominencia en el paisaje venezolano. El Día del Araguaney se celebra el 29 de mayo de cada año en Venezuela. Esta fecha fue establecida en honor al araguaney como un símbolo de la belleza natural del país. El araguaney se encuentra principalmente en la región central de Venezuela, pero también se puede encontrar en otras áreas del país. La elección del araguaney como árbol nacional y la celebración de su día se basa en su importancia cultural y estética para los venezolanos. La floración del araguaney marca el inicio de la temporada de lluvias en Venezuela y se considera un signo de renacimiento y esperanza. La exuberante floración amarilla del araguaney se ha convertido en un símbolo de la identidad nacional y se representa en el arte, la literatura y la música venezolana. El Día del Araguaney se celebra con actividades y eventos que destacan la belleza del árbol y promueven la conservación de la flora y fauna venezolana. Es una ocasión para resaltar la importancia de proteger y preservar el patrimonio natural del país.
En un pequeño pueblo llamado Güigüe, al sur del Lago de Valencia en Venezuela, se encuentra un antiguo reloj que cautiva la atención de propios y extraños. Este fascinante artefacto, creado por hábiles artesanos españoles en el siglo XIX, va más allá de la simple medición del tiempo. Además de ser un reloj, alberga un termómetro, un barómetro y una elegante veleta en su parte superior. El reloj, conocido como “El Reloj de Güigüe”, ostenta dos placas que revelan parte de su historia. Una de ellas lleva grabado el nombre “Hacienda El Trompillo, General J.V. Gómez”, mientras que la otra muestra con orgullo los datos “El Trompillo, altura sobre el nivel del mar 472 metros, distancia a Maracay 58 Kms”. Estas inscripciones revelan sus vínculos con figuras prominentes del pasado. En aquel entonces, el ilustre presidente venezolano, Antonio Guzmán Blanco, trajo consigo este reloj hasta el pueblo para llevar un control preciso de las jornadas laborales de sus trabajadores en las extensas tierras que atendían. Sin embargo, la historia adquiere un giro sorprendente cuando el reloj cambia de dueño y pasa a manos del dictador que gobernaba Venezuela, el General Juan Vicente Gómez. Se cuenta que, poco antes de su muerte, consciente de que sus posesiones iban a pasar a otras manos, maldijo el reloj. Según los cuentos que se transmiten de generación en generación en el pueblo, el reloj se detuvo exactamente en el momento de su fallecimiento. Después de aquel suceso, el reloj fue trasladado al pueblo en un estado de deterioro total, ya que anteriormente se encontraba en el patio central de la Hacienda El Trompillo. Actualmente, reposa en la plaza Ávila de Guigue, junto a la imponente iglesia local. Aunque fue reparado en su momento para marcar las horas parroquiales del pueblo, el destino parece jugarle malas pasadas. Se dice que cada vez que el reloj es reparado, una serie de acontecimientos trágicos se desencadenan. Un operario italiano, encargado de su mantenimiento, logró ponerlo en funcionamiento nuevamente, pero pagó un alto precio por ello, pues el día de su regreso a su tierra natal, encontró la muerte de manera súbita. La leyenda cobra aún más fuerza cuando Andrés Mijares, gran amigo del italiano, decide honrar su memoria reparando el reloj. Con valentía y determinación, logra que el mecanismo vuelva a funcionar, pero solo por un día. Al día siguiente, el reloj se detiene nuevamente, marcando la hora exacta de la muerte de Mijares. A partir de ese momento, nadie se atrevió a tocar el reloj por temor a la supuesta maldición que lo rodea. Después de muchos años un relojero se ofreció para arreglarlo y después de un poco de dificultad logro ponerlo en marcha por unas semanas antes de detenerse abruptamente, a la misma hora en que este relojero perdió a vida en una ciudad cercana. Desde entonces se corrió la Leyenda en toda la región central de Venezuela, de que aquel que repara “El Reloj de Güigüe”, que prepare el testamento porque le quedan pocas horas de vida. Fuente de la Información: Steemit