Es muy cortés en el trato y su saludo siempre va acompañado por un fuerte apretón de manos y una sonrisa en su rostro. Lo hace con sus compañeros, con los fanáticos, con los directivos, con los miembros del cuerpo técnico y con los trabajadores de utilería. Es difícil verlo involucrado en alguna travesura que pueda idear Cristian Cásseres en el entrenamiento, pero eso no impide que su carcajada acompañe el buen ambiente que se disfruta en el camerino de Atlético Venezuela.
Su principal característica es la humildad, siempre acompañada con un manejo respetuoso de cada situación. En la cancha, su habilidad para manejar la pelota con las dos piernas lo hace un elemento utilitario y donde actúa, rinde. Es Jorge Francisco Casanova Canchila (Caracas, 6 de julio de 1984), un futbolista ejemplar.
Admirador de Stoitchkov
Nieto de una san cristobalense. Hijo de padre caraqueño y madre colombiana, el fútbol no era precisamente lo que corría por su genética, a pesar de llevar en el ADN el “toque – toque” que un pasaporte cafetero pretende designar por antonomasia a quien lo porta. Sin embargo, de la nada surgió su pasión por el balompié. “Me dicen que le daba patadas a todo lo que se me atravesaba cuando niño”, asegura Casanova, que no dejaba de ver todo lo que tuviera que ver con el balón por televisión: “Los domingos veía fútbol italiano y español, iba a la iglesia y luego regresaba a casa para ver Novantésimo Minuto. Yo creo que lo mío no era una pasión, era una locura”.
Tanto fútbol tenía que venir acompañado de un gusto en particular. “Tenía un amigo cuyo padre era catalán y siempre nos vestían con la camiseta del Barcelona. Así comenzó a gustarme ese equipo y jugadores como (Hristo) Stoichtkov o Ronaldo”, revela. Casi nada. Y es que ese buen gusto debía también plasmarse en la cancha: “En el Colegio San Luis un profesor de Educación Física de apellido Osorio le dijo a mi mamá que yo tenía potencial para ser futbolista y desde ese día hasta hoy, me dediqué a esto”. Así, Casanova es un futbolista que maneja bien la pelota con las dos piernas, es polivalente y admira a los jugadores de perfil zurdo.
Selección y salto al profesional
Casanova formó parte de aquella generación dorada de futbolistas que a punto estuvo de clasificarse a un Mundial Sub 17 en 2001. Compartió con esa exquisita camada conformada por Evelio Hernández, Emilio Rentería, Oswaldo Vizcarrondo, Oswaldo Chaurant, Orlando Cordero y Giovanny Romero. “Estuvimos juntos desde los 14 años cuando fuimos reunidos para un mundialito Sub 15 organizado por Rafa Santana”, recuerda quien hoy labró una sólida amistad con el zaguero central del Nantes francés. “Él llegó a segundo grado y yo estaba en tercero pero desde esa época jugábamos juntos, lo que ha permitido que labráramos una amistad para toda la vida”.
Luego de esa gran vitrina internacional, Jorge fichó por Caracas Fútbol Club, donde pasó por sus categorías inferiores hasta debutar en el profesional con la camiseta capitalina. “Estuve desde 2001 a 2008 en Caracas y ahí aprendí mis valores como futbolista. Me dieron todas las herramientas, además de disciplina y trabajo”, dice quien está muy agradecido del técnico Noel Sanvicente, quien le dio “la oportunidad de estrenarme en Primera División y jugar una Libertadores siendo apenas un juvenil”.
De Albania a San Cristóbal
En 2008, vivió un paso por el extranjero en el fútbol de Albania, con el Elbasani. “Fue una experiencia súper interesante; apenas se dio la oportunidad, agarré el avión y me fui. Fueron cinco meses duros, pero de aprendizaje. Aprender a vivir solo, a extrañar lo que tenías. Ellos hablaban albanés y yo a duras penas me podía entender con algunos que hablaban inglés o italiano, idioma que medio dominaba gracias a mi esposa”, asegura.
De regreso al país, se fue a la frontera, allá de dónde es su abuela, a San Cristóbal. El Deportivo Táchira lo esperaba. “Me siento un privilegiado en haber jugado en dos instituciones tan importantes como Caracas y Táchira. Y no solo jugar, sino levantar títulos y jugar Copa Libertadores”, dice quien vistió ambas camisetas en seis ediciones de la máxima competición continental de clubes. En Táchira, coincidió con el técnico que llevó a Costa Rica al Mundial de Brasil: Jorge Luis Pinto. “Con él viví una de las etapas más bonitas de mi carrera. Pude jugar una final del fútbol venezolano a casa llena y levantar un título. Algo inolvidable”, cuenta el ex estudiante de Administración en la Universidad Católica Andrés Bello.
La importancia del hogar
Casanova es de carácter afable. Es de esas personas que siempre caen bien, que nunca dejará de ser amable, cortés y respetuoso con quien interactúa. Nunca. Modales moldeados en casa. “En el hogar está el aprendizaje. Mi familia es mi soporte, me enseñaron todo. Tengo a los mejores padres del mundo. Además, en el fútbol puedes conocer mucha gente y yo aprovecho de quedarme con lo bueno de quien conozco”, admite “Casita”, quien también encuentra apoyo en una persona muy especial en su vida. “A mi esposa la conocí en una cancha de fútbol hace 11 años y gracias a la relación logras una estabilidad emocional fundamental para esta carrera. Doy gracias a Dios por tenerla a mi lado y a su familia, que son como mis segundos padres”.
Considera que el futbolista debe formarse porque dispone de tiempo para ello. “Es difícil, pero siempre hay tiempo para todo si te organizas. Ese es el consejo que les doy a los más jóvenes. Leer un buen libro y hacer un curso son cosas sencillas y posibles para un futbolista”, indica.
Quiere darle alegría al Atlético
El sueño de Jorge está claro. “Me encantaría tener una nueva experiencia en el exterior. Salir del país, acompañado de mi esposa y en plena madurez futbolística, me agradaría, así como volver a tener una oportunidad en la Selección Nacional. Me siento orgulloso de mis amigos que la están defendiendo y yo también quiero ser parte de esa historia que se vive”, revela con mucha convicción el camiseta “6” del Atlético, que cursa estudios de inglés en la actualidad y que lo maneja fluidamente “gracias a la música y las series de televisión”.
Con Atlético, también quiere lograr cosas importantes. “Estamos lejos ya de alcanzar el título del Clausura pero en los equipos que he estado siempre logré algo y aquí quiero que nos metamos en una copa internacional. Será muy importante para una institución que me trata tan bien y que es muy joven”, finaliza Jorge Casanova, un futbolista ejemplar, un caballero dentro y fuera de la cancha que exalta el nombre de Atlético Venezuela y que además, reúne el perfil necesario para ser el prototipo de futbolista para quien el éxito va acompañado de humildad, seriedad y trabajo.
En una fusión de historia, espiritualidad y tradición, el Jueves Santo emerge como un día crucial en el calendario litúrgico cristiano. En los relatos bíblicos de San Lucas, San Juan, San Marcos y San Mateo, se encuentran los pilares que sustentan esta conmemoración. La última cena, un simbolismo tan profundo como la fe misma, donde Jesús compartió un momento trascendental con sus 12 discípulos. Esta cena, conocida también como la Santa Cena, resonó con la tradición judía al incluir el cordero pascual, trazando así un puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En un gesto de profunda humildad, el lavatorio de los pies se erige como un acto de amor y servicio. Jesús, en un acto conmovedor, lavó los pies de sus discípulos, desafiando así las barreras sociales y enseñando la esencia del verdadero liderazgo. La narrativa bíblica también nos transporta al huerto de Getsemaní, donde Jesús, en un momento de angustia, buscó fuerza en la oración antes de enfrentar su destino. Este episodio conmueve por su humanidad y su conexión con las luchas espirituales de la humanidad. El arresto de Jesús a manos de Judas Iscariote sella el dramatismo de este día, marcando el inicio de los eventos que llevarían a la crucifixión y resurrección, pilares fundamentales de la fe cristiana. El Jueves Santo, marcado por su movilidad en el calendario, no se limita a una fecha fija, sino que se ajusta al ciclo lunar y estacional, subrayando así su conexión con los ritmos naturales y celestiales. En resumen, el Jueves Santo trasciende las páginas de la historia para impregnar nuestras vidas con su profundo significado espiritual. Desde la última cena hasta el arresto, este día nos invita a reflexionar sobre el amor, la humildad y la fortaleza en medio de la adversidad. ¡Cada momento cuenta en la narrativa del Jueves Santo! https://www.tiktok.com/@mscnoticias
El Domingo de Ramos es el día que marca el inicio de la Semana Santa en la tradición cristiana, conmemorando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Este día está lleno de simbolismo y significado religioso para los cristianos, pero en términos de “misterios”, podrían interpretarse algunos aspectos simbólicos o teológicos: La entrada triunfal de Jesús: Este evento, mencionado en los evangelios, es la base del Domingo de Ramos. Jesús entra en Jerusalén montado en un burro, mientras la multitud lo aclama y lo saluda con ramas de palma y ropas extendidas en su camino. El misterio aquí radica en la comprensión del significado de esta entrada en el contexto de la misión de Jesús y su relación con el reino de Dios. El cambio de actitud de la multitud: Es intrigante cómo la multitud que aclama a Jesús en su entrada triunfal el Domingo de Ramos luego se convierte en la misma multitud que lo rechaza y pide su crucifixión pocos días después. Este cambio repentino de actitud puede ser objeto de reflexión sobre la naturaleza humana y la fragilidad de las lealtades populares. El simbolismo de las palmas y las ramas: En muchas tradiciones cristianas, se llevan palmas y ramas durante las celebraciones del Domingo de Ramos como símbolo de victoria y triunfo. Estos elementos pueden representar la victoria espiritual sobre el pecado y la muerte que Jesús trae consigo, pero también pueden ser interpretados como un recordatorio de la naturaleza efímera de los triunfos terrenales. El comienzo de la Semana Santa: El Domingo de Ramos marca el inicio de la Semana Santa, un período de intensa reflexión y conmemoración para los cristianos. Este tiempo está lleno de rituales y tradiciones que recuerdan los eventos finales de la vida de Jesús, desde la Última Cena hasta su crucifixión y resurrección. Los misterios aquí son los propios misterios de la fe cristiana: la pasión, muerte y resurrección de Jesús, y su significado para la salvación de la humanidad. En resumen, el Domingo de Ramos está envuelto en una serie de misterios religiosos y simbolismos que invitan a la reflexión y la contemplación sobre la fe cristiana y el significado de la vida y la obra de Jesucristo. https://www.tiktok.com/@mscnoticias